Una revision auditiva consiste en estudiar la audición, examinar todas las partes de nuestro oído, desde que el sonido entra por nuestro conducto auditivo externo hasta que llega al oído interno. Se trata de ir descartando posibles problemas que causen una pérdida auditiva.
Lo primero que se hace es explorar el oído externo que consta de dos partes, pabellón auditivo y conducto auditivo externo. En el pabellón lo que hacemos es mirar si está formado, si está completo o falta alguna parte, si hay heridas, bulto o inflamaciones.
Después hacemos una otoscopia. Con esta prueba lo que hacemos es observar el conducto auditivo externo y el tímpano. Podemos ver si hay alguna malformación del CAE, si en el conducto hay alguna herida, grano, si hay tapones de cera que impiden el paso del sonido, si hay infecciones. Y en el tímpano podemos ver la coloración de éste, si está retraído, si hay calcificaciones o si hay una perforación timpánica, de que tamaño es.
Una vez descartado que no haya algún problema en el conducto auditivo externo o en el tímpano pasamos a realizar una timpanometría. Esta prueba nos permite detectar problemas en el oído medio. En el oído medio se encuentra la cadena de huesecillos que son los encargados de conducir el sonido hasta el oído interno. Para esta prueba se coloca un dispositivo en el conducto auditivo que cambia la presión del aire en éste y hace que el tímpano se mueva de un lado a otro y ese movimiento se registra en modo de grafica. Hay que darle unas indicaciones a la persona que se le va a realizar la prueba, como que no debe hablar, moverse o tragar porque alterarían el resultado de la prueba.
Con esta prueba podemos saber si la persona tiene líquido en el oído, si hay falta de contacto entre los huesecillos de su oído medio que impiden la conducción del sonido, o también podemos saber si hay una perforación timpánica al igual que con la otoscopia.
Por último la prueba que se realiza es una audiometría. Nos permite valorar de forma rápida y fiable la capacidad auditiva de una persona. Es una prueba subjetiva, es decir, necesitamos de la colaboración de la persona para poder realizarla. Con esta prueba medimos la audición tanto por vía aérea como por vía ósea.
Esta prueba es muy sencilla, le colocamos a la persona los cascos y le pedimos que este muy atento porque va a empezar a escuchar unos tonos por un oído primero y luego por el otro y lo único que tiene que hacer es, cada vez que lo escuche pulsar un botón. Con esta prueba tan sencilla, podemos saber si hay pérdida auditiva o no, si la hay, que tipo de pérdida es y el grado de ésta.
Por eso es muy importante realizarse una revisión auditiva por lo menos una vez al año, porque la revisión auditiva es sencilla indolora y no se tarda nada de tiempo en realizarla y gracias a esta revisión podemos saber si tenemos una buena audición.