Hay muchos niños y niñas que tienen problemas auditivos en la etapa escolar. Estos problemas pueden ser difíciles de detectar porque estos niños no tienen dificultad para acceder al lenguaje oral como los niños que tienen una hipoacusia prelocutiva que aparece antes del desarrollo del lenguaje, por eso los padres o profesores pueden confundirlo con problemas de atención, hiperactividad, falta de interés o inmadurez.
Los problemas auditivos en edad escolar pueden ser permanentes o transitorios:
Pérdidas auditivas adquiridas permanentes de distinto grado: la pérdida auditiva aparece después de haberse desarrollado el lenguaje oral, como consecuencia de una enfermedad o adquirida por causa genética. Esta pérdida auditiva causa en el niño problemas debido a la ausencia de información auditiva. En función del grado de la pérdida auditiva y la edad del niño en el momento de aparición, éste puede tener retrasos importantes en el desarrollo cognitivo y lingüístico.
Pérdidas auditivas adquiridas transitorias: debido a enfermedades como catarros, alergias u otitis, los niños pueden tener una pérdida auditiva que les impida durante un período de tiempo recibir toda la información auditiva. Esta pérdida auditiva puede provocar problemas de atención que afectan de manera negativa sobre sus aprendizajes. Con tratamiento médico y farmacológico estas enfermedades desaparecen y con ellas la pérdida auditiva, pero en ocasiones la pérdida puede llegar a ser permanente si el medicamento no surge efecto.
Hay conductas o signos que pueden alertar a los padres y profesores de que los niños tienen un problema auditivo. Algunos de estos signos o conductas son:
Demuestran falta de interés por las actividades que tienen mayor componente verbal.
Tienen dificultad para seguir y recordar las indicaciones verbales del profesor.
Tienen en general un bajo rendimiento escolar.
Pueden tener errores de articulación omitiendo o sustituyendo los fonemas que no pronuncian bien. Los fonemas que más le cuesta pronunciar son los que no tienen un punto de articulación visible como son /x/, /k/, /ɣ/.
Utilizan estructuras lingüísticas muy sencillas.
Tienen dificultades para seguir una conversación larga.
Tienen dificultades para aprender vocabulario nuevo.
Les resulta difícil realizar un dictado.
Comenten faltas de ortografía.
Tienen dificultades para comprender textos y esta dificultad aumenta cuando los textos contienen estructuras más complejas y vocabulario nuevo.
No prestan atención ni participan en asambleas en clase.
Se distraen con frecuencias sobre todo si hay ruido de fondo.
Necesitan que les repitan las cosas varias veces.
Confunden palabras que tienen fonemas similares y que suenan parecido.
Se les suele etiquetar como niños distraídos o incluso desobedientes.
Parecen inseguros o frustrados.
Pueden tener baja autoestima.
Es posible que se aíslen de sus compañeros y no participen en los juegos grupales.
Detección de la pérdida auditiva
Para detectar la pérdida auditiva en estos niños, se pueden realizar las pruebas objetivas (otoemisiones acústicas y potenciales evocados auditivos de tronco cerebral y de estado estable).
Pero además de estas pruebas, se les pueden realizar las pruebas subjetivas. La prueba que se realiza es la audiometría. La audiometría va cambiando dependiendo de la edad del niño. Cuando son más pequeños se realiza una audiometría por refuerzo visual, en la que cuando el niño se gira al oír el estímulo sonoro tiene una recompensa visual.
Cuando los niños son más mayores la audiometría pasa a ser una audiometría lúdica y cuando ya tienen 7 u 8 años se les realiza una audiometría igual que a los adultos.
Una vez que se detecta la pérdida auditiva en el niño se les realiza la logoaudiometría o audiometría tonal en la que se ve el entendimiento que tiene y que llegaría a tener con los audífonos.